Historia de la Hermandad
La Soledad Dolorosa era una talla de la desaparecida Iglesia o Capilla de San Antón, que ya en 1887 se encontraba en un estado ruinoso, situada en la calle del mismo nombre y en el lugar que hoy ocupa el Cuartelillo de la Academia de Artillería.
Hoy en día la imagen de la Soledad Dolorosa se encuentra en la iglesia de Santa Eulalia, el histórico Arrabal Grande. Quedó instalada en el Altar principal de la Capilla de la Pila Bautismal (primera de la nave lateral izquierda, según se entra), y no se movía del mismo más que para colocarla en el Altar Mayor el día de Viernes Santo, al pie de su Hijo Crucificado, mientras tenían lugar las Siete Palabras que, durante muchísimos años, han venido pronunciándose en mencionada Parroquia, única en Segovia en que se conmemoraba tal hecho.
Un fatal día, con motivo de estarse celebrando en Santa Eulalia una Novena en honor a San Antonio hallándose encendidas dos velas en cada Altar de dicha Iglesia, una de las dos que había en el de la SANTISIMA VIRGEN DOLOROSA, se consumió sobre el mismo Altar, prendiendo la llama en las sabanillas y desde éstas sobre la Imagen, y cuando las gentes advirtieron que olía a quemado, con gran terror vieron que estaba ardiendo toda ELLA, tratando, como es natural, de alagar el fuego rápidamente y cuando lo consiguieron, solamente lograron salvar la cabeza, los brazos y las manos.
Arreglada inmediatamente para seguir rindiéndola culto, fue de nuevo colocada en su altar, donde continúa. Este arreglo consistió en una estructura a base de cestas para levantar el cuerpo de la Virgen y adornarlo después con vestimentas.
Como al quemarse la Imagen, ésta quedó sin vestido ni manto, él entonces Coadjutor de la Parroquia, D. Mariano Cañas, pidió a la Excelentísima Sra. Marquesa de Torre Alta, se dignará regalar alguno de sus vestidos para Manto de La DOLOROSA, a lo que tan piadosa señora contesto:
“Vestido de pecadora, es indigno de la Virgen, por tanto, ninguno que haya llevado será para LA DOLOROSA, pero ésta no se quedará sin Manto”.
Y, en efecto, al poco tiempo, la regaló el magnífico Manto y Delantal de terciopelo, que posteriormente ha sido primorosa y ricamente bordado y notablemente ampliado como se dirá después.
Siendo nombrado Obispo de Segovia el Excmo. y Rvdmo. Sr. Doctor D. Julián Miranda y Bistuer, transcurrido poco tiempo desde que tomó posesión de la Diócesis, encargó a un escultor los Pasos que figuraron en la Procesión de Jueves Santo y en la del Viernes, solamente salía el Cristo de los Gascones; aquellos de la Catedral y este último de la Iglesia de San Justo.
Así se vinieron celebrando en nuestra ciudad las procesiones de Semana Santa. Fallecido dicho Sr. Obispo, le sucedió en la Silla Episcopal, el Excmo. y Reverendísimo Sr. Doctor D. Remigio Gandasegui y Gorrochategui, y por la persona encargada por ambos de organizar aquellas, se le expuso a este, la existencia en Santa Eulalia, de una hermosísima imagen, LA DOLOROSA, que podía figurar (si a él le parecía) en la procesión del Santo Entierro. Por causas muy razonables, dignas de toda aprobación, dicho Sr. Obispo, no autorizó la salida de tal imagen durante los nueve años que duró su Pontificado.
Al quedar vacante la Diócesis por el ascenso de aquel a Arzobispo de Valladolid, fue nombrado Obispo de Segovia, el también llorado Excmo. y Rvdmo. Señor Dr. D. Manuel de Castro y Alonso (posteriormente Arzobispo de Burgos), y este, al hacerle saber que la DOLOROSA de SANTA EULALIA podía figurar en la Procesión de Viernes Santo ante su belleza y majestuosidad autorizó la salida de la misma desde 1921.
Ante la idea consoladora de poder ver a tal Excelsa Señora acompañando él cadáver de su Divino y Amado HIJO, surgió la iniciativa de confeccionarla una Corona-Aureola y así bien, fundar la Cofradía que lleva su nombre, y el entusiasmo en todo el barrio fue tal, que apenas se expusieron ambas iniciativas, quedaron hechas realidad.
La historia de esta Hermandad, se remonta a comienzos del siglo XX. El 8 de enero de 1928 se funda la “Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad Dolorosa” o “Cofradía del Recogimiento” con 120 cofrades y varias Camareras de la Virgen, con el objeto de “fomentar el culto y la devoción a María en su Soledad y contribuir al esplendor de las procesiones de la Semana Santa en la ciudad”.
El principal impulsor de esta devoción fue Miguel Simón González que antes de fallecer fue nombrado “Asesor Perpetuo de la Cofradía de La Dolorosa” como muestra de gratitud. Con motivo de esta fundación, la parroquia encargó una corona-aureola labrada por el orfebre segoviano Daniel Riopérez, autor de una de las coronas de nuestra patrona la Virgen de la Fuencisla. La imposición de la corona a la imagen de la Soledad se realizó en abril de 1928 por el entonces Obispo don Manuel de Castro y Alonso.
En este mismo año se bordó el primer manto por las religiosas del convento de Santa Isabel siguiendo un dibujo realizado por una religiosa del Hospicio. En 1949 se confeccionó y bordó la cola del manto uniéndose a él en 1945. El último manto fue realizado en 1996 por la comunidad de Madres Clarisas de Zamora. El mandil negro, bordado en oro y piedras, lleva las dos cruces laureadas de San Fernando y sobre ellas la Corona Real, máxima distinción militar concedida por el Hermano Mayor Honorario el Teniente General Excmo. Sr. D. José Enrique Varela Iglesias.
Las Juntas Generales se celebraban anualmente y antes del Miércoles de Ceniza. Su directiva estaba formada por el Hermano Mayor, Consiliario, Secretario, Tesorero, seis vocales (que se ampliaría posteriormente a siete), un representante de la Academia de Artillería, un representante del 41 Regimiento de Artillería, un representante de la Base Mixta de Carros de Combate y Tractores y dos Mayordomos. Desde el primer tercio del siglo XX y gracias al Ilmo. Sr. D. Eugenio Colorado Laca, Coronel del 41 Regimiento de Artillería, la Soledad Dolosa comenzó a llevar escolta de batidores con trompetas y tambores de dicho Regimiento. Por este motivo, cuando D. Eugenio falleció en 1955, la Cofradía le nombra “Cofrade Vitalicio”.
Para poder procesionar, con o sin hábito y con cirio en mano el día de Viernes Santo, era preciso tener cumplidos los 14 años. El hábito, formado por túnica negra, capa blanca, caperuza negro y cíngulo blanco de raso con escapulario de la Cofradía, fue presentado en la procesión del Viernes Santo de 1944. Esta Hermandad fue la primera que presentó en procesión a la ciudad el caperuzo armado siguiéndose en años sucesivos este modelo en el resto de hermandades.
La imagen se encuentra en la capilla que lleva su nombre. En su día estuvo bajo la advocación de La Piedad y ha sufrido múltiples transformaciones a lo largo de la historia. En su origen pertenecía a Gonzalo Rivera. En 1795 el arquitecto Manuel Sánchez de la Cotera embaldosaría la capilla. En el año 1933 la Cofradía restaura la mesa de altar de piedra donde reposa el retablo y vuelve a embaldosar el pavimento de la capilla. El retablo procede del exconvento de San Francisco y el lienzo evocando el Monte Calvario fue realizado por el Julio López, feligrés y cofrade de la Hermandad.
Desde 1921, la imagen de La Soledad Dolorosa recorre las calles de la ciudad cerrando la procesión del Viernes Santo. Esta devoción celebra un solemne novenario, un Vía Crucis, conferencias y disertaciones con el objeto de ahondar en nuestra identidad cultural y espiritual. La más bella historia de Amor de Dios a los hombres, queda evocada en el rostro agotado de María pero con la mirada esperanzada de la Nueva Vida. En su rostro dolorido todo es contemplación emotiva. La plasmación viva del desgarro y la mirada puesta en la eternidad son reflejo de La Soledad de la María ante la muerte de su Hijo y de la muerte del Hijo en soledad.
La admiración de Segovia entera al ver por sus calles una Imagen como ésta fue unánime y desde entonces lo continúa siendo en grado progresivo.
La Cofradía, velada siempre por incrementar cuando redunde en honor de la SANTÍSIMA VIRGEN, poco a poco y con la colaboración de toda la feligresía, ha conseguido que los cultos y el paso de la SOLEDAD DOLOROSA de Santa Eulalia, sea de los más notables de nuestra ciudad.
La Hermandad ha seguido creciendo e incorporando nuevos actos al programa, como la procesión del Cristo de la Esperanza y Oración de los Cinco Misterios.
El Santo Cristo de la Esperanza tiene su culto en la iglesia de Santa Eulalia, histórico Arrabal Grande. Jesús muere sin estética humana, víctima de un error judicial. Muere en la Cruz y sin el consuelo del heroísmo. Es un Cristo de devoción popular, realizado en madera y completamente vaciado en su interior, datado en torno a mediados del siglo XVII, siendo la primera referencia documental de la imagen de 1655. En esta fecha el carpintero Melchor Ramos realiza una mesa de altar para el Santo Cristo y años después, en 1696 el pintor Pedro de Burgos, pintó un rótulo para la capilla.
Esta capilla hace alusión al ábside que aún conserva los restos del periodo románico. En ella había un retablo con la imagen del Santo Cristo en la calle central mientras en las laterales había una imagen de San Sebastián y otra de San Pedro mártir. En esta misma capilla había un lienzo con la imagen de la Soledad y una imagen de vestir de María en su Soledad (conocida como la Morenita).
La fiesta principal se celebraba el día 14 de septiembre, festividad de la Exaltación de la Santa Cruz. Después de la misa y procesión los devotos se reunían en la Sala de la Congregación con su párroco, los 4 mayordomos y 4 diputados antiguos de la Devoción que eran los encargados de preparar y organizar la festividad del año siguiente. El Tesorero era el encargado de recoger la limosna de cada devoto destinada a sufragar los gastos de la festividad, misas todos los viernes del año y miércoles de cuaresma, así como la misa de difuntos que se oficiaba el 15 de septiembre. Si algún devoto no pagaba lo estipulado tenía que asentarse en el libro de cuentas y después del apercibimiento se le expulsaba de la devoción.
Se desconoce la fecha de la fundación de esta devoción, pero por las referencias documentales referidas y las características de la propia imagen, puede datarse a mediados del siglo XVII.
Esta devoción se vio acrecentada por un triste acontecimiento que ocurrió en la ciudad de Segovia el día 23 de junio de 1733 a las cinco y cuarto de la tarde tal y como narra Juan Antonio Marín, testigo excepcional de lo ocurrido. El arroyo Clamores, que descendía por la actual plazuela de Santa Eulalia junto a la iglesia, bajaba desbordado debido a una terrible tormenta. Esta riada provocó muertes y destrozos en algunas viviendas. Tal era su fuerza que entró en el atrio –hoy desaparecido- de la iglesia. Su furia se llevó 103 casas pero “quiso el cielo que para consuelo de muchos, se hallasen casualmente cuatro padres de la Compañía de Jesús en la parroquia, quienes acudieron a la iglesia, enarboló uno el devoto Cristo de la Esperanza, que en su capilla allí es venerador de los fieles, salió a la calle predicando y consolando a los que se hallaban en peligro de ahogarse o de ser sepultados vivos en las ruinas de alguna casa”. Aunque es probable que esta imagen saliera en procesión por las calles de la ciudad con anterioridad hay que considerar el día 23 de junio de 1733 como la primera salida del Santo Cristo de la Esperanza por las calles de Santa Eulalia. Esta riada del arroyo Clamores se llevó los libros antiguos de esta devoción tal y como se recoge en libro de cuentas el día 15 de enero de 1734.
A partir de esta fecha, se tiene constancia de la procesión realizada con la imagen del Santo Cristo de la Esperanza el día de su festividad, por la tarde y con gran acompañamiento de incienso y cera. Como esta celebración del 14 de septiembre coincidía con la festividad de La Catorcena o Catorcenilla, se solicitó por parte de la Junta Directiva de la Devoción del Santo Cristo, adelantarlo al 1 de septiembre.
Desde el año 1785 la fiesta del Santo Cristo de la Esperanza se celebró el primer día del mes de septiembre. El recorrido que realizaba la procesión comenzaba en la Puerta de las Bodas de la iglesia de Santa Eulalia –puerta principal o fachada occidental-, calle de los Soldados, Muerte y Vida hasta volver a entrar en la Plazuela y entrar nuevamente en la iglesia.
La devoción del Santo Cristo de la Esperanza fue en aumento no sólo para los feligreses de Santa Eulalia sino en toda la ciudad de Segovia. El día 14 de septiembre de 1782, con motivo de la festividad de la Exaltación de la Santa Cruz, el Obispo de Segovia don Alonso Marcos de Llanes y Argüelles, concedió 40 días de indulgencias a todas aquellas personas que devotamente hiciesen los actos de fe, esperanza y caridad ante el Santo Cristo de la Esperanza, de la parroquia de Santa Eulalia. Aún se conserva una novena dedicada a esta Devoción de 1838 que finaliza con los versos doloridos a Jesús Crucificado: “Ay de mi, yo soy el que os ofendí, y sois vos el que padecéis mi Dios. Esa Cruz en que estás mi bien clavado, es mi luz aunque el sol esté eclipsado, ay dulce amado si muriera yo por ti, ay de mi…”.
Desde el año 2004 la imagen, de escultor anónimo, forma parte de la Procesión de los Cinco Misterios que se celebra desde la parroquia de Santa Eulalia hasta la Santa Iglesia Catedral. Las calles y plazas, los atrios y palacios, son testigos excepcionales de una Devoción con más de trescientos años de antigüedad.
En 2012 se forma la cuadrilla de costaleros para portar sobre un nuevo paso a costal (comprado a una hermandad de Alicante) al Cristo de la Esperanza, siendo este el primer paso de costaleros de la ciudad de Segovia, que empezó haciendo estación de penitencia hasta la Catedral, y a partir del cuarto año realiza su procesión por las calles del barrio de Santa Eulalia, pasando por el Convento de Santa Isabel y el Monasterio de San Antonio el Real.